20.6.14

Inicio de novela introspectiva (1ª parte)


[sin título aún]

Acababa de cambiar, por enésima vez, de disfraz o de personalidad o de ambas cosas, porque nadie podía saber en realidad si ambos conceptos eran intercambiables para él.
Nadie lo conocía. Aunque muchos decían ser sus amigos, íntimos incluso.
¿Era todo una farsa? ¿Estaba engañando a todos?
¿El proceso de ir de un modo de ser a otro, de un oficio a otro, de una apariencia a otra… eran en síntesis la búsqueda de sí mismo, el ansia de encontrarse de una vez para siempre? ¿Era irremediable ese proceso?
¿Todas esas personalidades que al cabo de unos años había tomado, vivido, tenido, trabajado, compartido… era él la suma de todas ellas?, ¿o todas ellas la suma de los pedacitos en que su ser estaba troceado?
Era un auténtico misterio, más intrépido y sorprendente cuanto más cercano y observado era desde el exterior (sin conocimiento por su parte).
Actuaba con naturalidad, con transparencia; sencillo y directo, así solía aparecer ante la gente cercana; más enmarañado y algo escondido tras esa maraña a modo de parapeto, cuando se hallaba ante desconocidos que, en principio, no le interesaban para nada o para bien poco; en estos casos no gastaba tiempo en trabar relación.
Pablo era así. De simple. Aunque escondía una complejidad inusitada; tanto, que nadie, ninguno de los cercanos, osaba entender; ni se lo proponía ni pensaba en ello. En este sentido, fluía un gregarismo entre todos respecto a Pablo. De sus allegados ninguno se entrometía en sus cosas, ni atravesaba el límite invisible de lo que se puede preguntar, ni cruzaba el umbral de su persona, aunque se adentraran en su casa a tomar algo, invitados por él mismo.
Era muy servicial, muy cercano, muy dado al trato con los demás; pura relación, puro entramado social a pequeño nivel (y también a gran escala, según sus sueños más recónditos).
Pablo tomaba té rojo. Los restos de las galletas bailaban en el fondo de la taza blanca, huérfana del plato con que hiciera juego. Lo bebía a sorbos pequeños, para no escaldarse la lengua; el microondas era demasiado potente o él demasiado distraído al poner el tiempo para calentarlo.
(podrá continuar...)
(se aceptan ideas, personajes, situaciones, lugares, temas... para continuarla;
los incluiré en el relato de la siguiente parte, y así sucesivamente...)
[2ª parte] 

... (en construcción)